Pandorum Barry (Cuando no eran de fogueo)

Despierto del letargo de la tecla porque la ocasión lo merece. Una brisa fresca de inteligencia, de cultura, de tradición, de arte, me sobresalta. Me espabila de esta hibernación mundial a la tenue luz de las pantallas de móvil, acurrucado por mensajes uniformes, globalizadores, para que no pienses, para que seas un borrego consumidor de la mierda que te venden y de las ideas que te implantan: beee, beee…

Este es un feliz chapuzón que me saca de matrix con resaca de cultura tras la hibernación, como el protagonista de Pandorum. La ocasión ha sido la charla del genial humorista gráfico José Barahora Parras, Barry para los amigos, el pasado martes en la biblioteca: “La prensa y el cómic satírico en España desde sus inicios a la actualidad”.

La charla

Previamente tuve la suerte de coincidir con Barry en ese proyecto que se llamó Ciudad Real digital, y he de decir que por una vez se echan de menos los tacos de almanaque. Incluso llegué a hacer una colaboración cruzada llamada los misteriosos vasos de cerveza, de la que él era protagonista. De esa época atesoro su amistad y sus destellos de inteligencia gráfica, que es precisamente el contenido de la conferencia.

Ilustración de «Los misteriosos vasos de cerveza», José Barahona (Barry)

Porque el comic satírico es una extraordinaria fotografía de la sociedad en España los últimos siglos. Tal y como demostró Barry, no hemos cambiado nada (es para echarle una pensada larga). Las preocupaciones, las quejas, la sorna e incluso la sátira de dudoso gusto se repiten y tienen los mismos protagonistas: reyes, curas y políticos. Nos quejamos del precio de las cosas, de los privilegios de los poderosos, del abandono de los pobres… Al final, esto va de que los poderosos, una vez llegados arriba, se aprovechan de los de abajo. Cambie usted derecha e izquierda por liberales y conservadores, carlistas y anarquistas, partidarios de la ilustración o de la restauración. Aquí siempre ha habido dos lados de la calle independientemente de las etiquetas, que polarizaban a la gente para tenerla encabronada mientras sus jefes y sus dirigentes se dedicaban a pegarse la gran vida ¿Les suena?

José Barahona describe brillantemente, con la precisión y bendita economía del que tiene que contar una historia en una viñeta, las diversas publicaciones: desde octavillas o libros simples, hasta revistas o folletos con ilustraciones sorprendentemente barrocas y de contenido casi pornográfico permitidos (es un decir), hace más de un siglo. Portadas censuradas -en el 2007, esto no es del siglo pasado-, o atentados con muertos por esgrimir esta libertad de opinión, nos sitúan en los días presentes, en los que el formato parece que cambia, como todo, a lo digital.

El rey en su trono; perdón, el artista; perdón, el humorista gráfico… coño, Barry, no se ofendan

Y en las preguntas tras la exposición, se desata la tormenta que nos genera en la cabeza. ¿Hay ahora menos libertad de prensa satírica que antes? Clarísima respuesta. Se pone de manifiesto que actualmente está todo encorsetado y con una serie de tabúes que hacen que las manifestaciones actuales sean demasiado monótonas, uniformes y basadas en el humor grosero, zafio, pero de poco calado, simple, sin filo, políticamente chupi guay. De fogueo. Esto está en línea con el público actual, y empezamos a enumerar antes de acojonarnos, los problemas que vislumbramos -entre ellos la rebeldía- de los (iba a decir lectores, perdóneme), jóvenes. Mal futuro cuando se añora el humor inteligente.

Interesante reflexión, una horita bien aprovechada. La labor de submarinismo de Barry ha sido impresionante, merecedora al menos de una gira mundial de charlas y, por supuesto, de un libro. Joe, caigo en la cuenta de que nos has hecho hablar casi de filosofía o de los problemas del mundo partiendo del comic satírico… ¿A ver si va a ser eso?

El combustible del futuro, o simplemente el futuro

Publicado por docgracia

Investigador, ciclista y escritor...

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