Ojos hundidos, vivarachos.
Cuerpo escuálido, repleto de pliegues.
Gafas redondas, reloj alemán de acero.
Y un gran alma.

Largas caminatas en busca de alguien
que escuche el sonido del amor.
Vivir de la misericordia.
Arráncale a la muerte una sonrisa
de labios de un paria en Calcuta.
Consuela al que sufre. Enseña. Ama.
Rompe las cadenas de lo material y
adéntrate en lo eterno.

Ayuda a sufrir, comparte las lágrimas.
Recoge vivencias.
Una brizna de hierba seca
frente al huracán del mundo.
Un «pajarillo ridículo».
Un sueño imposible: La Paz.
