La Gran Conspiración

Puestos a hablar de teorías conspiratorias y de fake news (o bulos) asociados, aplicando el principio científico de buscar la causa más simple, llego a una conclusión trivial, demasiado humana, demasiado obvia y tonta como para no ser tenida en consideración. Y que da miedo por todo lo que asocia desde hace mucho: todo este gallinero de locos, todo este mundo de mentiras, de espejismos, de cortinas de humo denso con olor a libro (de historia) quemado, este teatrillo de sombras chinescas donde se representa cualquier cosa para tenernos entretenidos. Para que no pensemos ni nos demos cuenta de la verdad. De que somos esclavos, pero lo más triste es que somos Dioses esclavizados con las propias cadenas que nosotros mismos nos imponemos; porque hemos caído en la trampa más simple con la que se engaña a un niño. Nuestras cadenas son de un acero especial, que es invisible, como el traje nuevo del emperador.

Photo by Alexander Krivitskiy on Pexels.com

Pensad por un momento. Paraos. Tener valor a olvidarlo todo y pensar con la simpleza de aquel niño sin prejuicios que descubre que el emperador va desnudo. Parecerá demasiado fácil, pero dadme una oportunidad. Imaginaos un mundo sin enemigos, sin demonios. Sin lobos ni monstruos a los que temer. Un mundo en el que se evoluciona solamente por el valor de las personas, por la empatía y el sacrificio por el grupo; la gran cualidad que nos ha definido como especie y ha hecho que sobrevivamos a epidemias, glaciaciones o a superpredadores más fuertes y más poderosos que nosotros.

Imaginad que esa justicia, que la prevalencia del grupo en equilibrio con la naturaleza no interesa a algunos miembros mezquinos de nuestra especie. Por egoísmo, envidia. Por simple maldad o por complejo de inferioridad. Imaginad que la única forma que tienen ellos para ganar en una sociedad que hasta entonces ha seguido las leyes de la naturaleza, las de la lógica de todas las especies, es pervertirla de la forma más inteligente: dividiéndonos, sembrando dudas entre nosotros, dispersando odio pero evitando que podamos hablarnos de nuevo para darnos cuenta de que todos somos iguales.

Photo by Brett Sayles on Pexels.com

Así, crean los idiomas para no entender a los demás. Trazan las fronteras con líneas invisibles, para que hasta las hojas de roble que arrastra el viento, cuando cruzan del otro lado, nos resulten sospechosas. Inventan las religiones que demonizan a los otros. Aparecen los partidos políticos, para que desconfiemos y odiemos a nuestros vecinos y a nuestros hermanos. Surge el dinero, para poder prestarnos lo que es nuestro y que nunca seamos capaces de devolverlo, relegándonos a la más sutil de las esclavitudes.

Photo by Pixabay on Pexels.com

Y os digo amigos, ¿No debe ser esto más simple? ¿No es ilógico que hagamos guerras religiosas para imponer nuestro dios cuando nuestros enemigos también creen en un único Dios? ¿No creemos en lo mismo? ¿No veis que los exponentes de diferentes ideologías políticas extremas disfrutan de las mismas prebendas y que se comportan y enriquecen igual, dándose palmadas en la espalda cuando no los vemos, arrojándonos migajas desde la mesa del gran banquete? ¿Y si no existen religiones? ¿Y si no existen naciones, sino solo sitios por visitar? ¿Y si no existen derechas ni izquierdas? ¿Y si solo existen hombres buenos y unos pocos hombres malos con todo el poder?

Photo by Malte Luk on Pexels.com

¿Y si a los poco hombres malos les interesa tenernos divididos entre partidos políticos y religiones? Porque los de abajo siempre estaremos en la parte izquierda o derecha de las migajas. Hasta nos enterrarán en sitios apartados y con tradiciones religiosas diferentes, para que la gente que nos quiere no se dé cuenta de que sólo somos la misma arena de un reloj. Mientras tanto, los malvados amasan fortunas e inventan guerras, enemigos, fanatismos y enfrentamientos que nos ciegan de ira y velan nuestros ojos de la más simple realidad. Alimentándose literalmente de nuestra sangre y de la sabia de nuestro planeta, robada a nuestros nietos y a sus descendientes que quizás ya no tengan cabida por su afán desmedido. ¿Y si solo existe el hombre? ¿Y si solo existe el amor? ¿Y si las cadenas que nos atan, las líneas de los mapas, los muros que nos defienden de nuestros vecinos simplemente no existen?

Si nos diésemos cuenta ellos tendrían mucho miedo.

Photo by Karolina Grabowska on Pexels.com

Publicado por docgracia

Investigador, ciclista y escritor...

Deja un comentario