Cuentos del Cabo Hueso (III). El extraño percance

Los más jóvenes no lo sabéis, pero este es un país donde hace no mucho se pasó hambre. Y algunos la llevamos en el código genético arrastrada de varias generaciones. Estos relatos del Cabo Hueso, genial cantero fallecido hace un año, describen una realidad que espero que nunca se repita. Por desgracia no son inventados.

El extraño percance.

El mayoral manda a Manolillo que lleve la mula con algunos aperos, una cántara de agua y la comida a los hombres del Instituto de Colonización que están desmontando el terreno en la otra punta de la finca. La lleva del ramal, despacico y sin salirse del camino, como le han dicho. No tiene pérdida. Además, el animal se conoce el recorrido menor que el niño.

Vendimia. fuente: INE

Un poco después de mediodía el jefe de la cuadrilla mira la posición del sol, se seca el sudor de la frente en la manga de la recia camisa y decide que es hora de parar a comer. Hace hambre. Se protege debajo de la carrasca grande, y es seguido por el resto de la cuadrilla. Enseguida se sacan libretas y se da cuenta de lo que queda de los cuarterones de tabaco que trajeron hace cinco días. El chisquero de mecha naranja pasa por todas las manos. El jefe aspira el humo y entorna los ojos buscando algo en el horizonte.

chisquero de mecha

-El chico se retrasa. Ya debería haber llegado.

-Parece que se ve aparecer al final del camino, viene despacio, el jodido. El día del guiso de conejo con patatas…

Efectivamente, al poco todos pueden ver la silueta del chico tirando cansinamente de la bestia. Pero algo pasa, el chico camina muy despacio, inclinado para delante. A cada poco parece que da un respingo. Al acercarse un poco más se dan cuenta de que Manolillo viene llorando.

-¿Qué ha pasado, zagal?

– La mula -acierta a decir cuando se serena-. Que la mula se ha asustado de un alacrán, y ha volcao el puchero del conejo. Se ha caído casi to. ¡Qué disgusto, no se lo digáis al mayoral que me muele a palos!

– No te preocupes zagal, que a las malas nos comemos el pan. A buen hambre no hay pan duro.

El jefe se acerca a inspeccionar los restos del accidente y frunce el ceño.

fuente: INE

-Zagal-dice-, explícanos otra vez cómo ha sido el requiebro de la mula para volcar el puchero. Ha tenido que ser muy extraño…

-¿Por qué lo dice?

-Porque ha tenido que hacer una pirueta rara. Y tanto, porque de la olla sólo se ha volcado el conejo. Milagrosamente el caldo y las patatas siguen en su sitio…

Publicado por docgracia

Investigador, ciclista y escritor...

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